Es difícil creer que alguien no pueda recordar un abuso, ya que es un hecho traumático que suele dejar huellas irreversibles en el ser humano; sin embargo, esto sí es posible.
Se llama amnesia disociativa y “se produce cuando no se puede recordar información importante sobre uno mismo. Estos recuerdos suelen ser eventos angustiantes o perturbadores”.
“Es más probable que ocurra tras un trauma grave o prolongado, especialmente tras sufrir abuso, negligencia o violencia de cualquier tipo. Esta afección es tratable y la mayoría de las personas pueden recuperar la memoria”, asegura Cleveland Clinic.
Pese a que esta condición mental es poco común, la Asociación Americana de Psiquiatría estima que aproximadamente el 1.8% de las personas la padecen cada año en todo el mundo, y quienes la experimentan tienen un mayor riesgo de presentar conductas suicidas o autolesionarse.
La salud mental es la más importante que cuidar, pues las enfermedades son manifestaciones de las emociones no trabajadas, no superadas y no canalizadas.
Hoy en 1, 2, 3 X NOSOTRAS tenemos el caso de Ceci, quien padeció amnesia disociativa tras el abuso que sufrió cuando apenas tenía 5 años. Ella nos cuenta su historia…

Ceci creció en una familia funcional de clase media alta, estudió en colegios católicos y lo que recordaba de su infancia era bonito, llena de viajes a Disney en el verano y a la nieve en Navidad.
Su papá, originario de León, Guanajuato, tiene una fábrica de cuero que hace todo tipo de objetos: calzado, mochilas y maletas, ropa e incluso sillas de montar y accesorios de marroquinería.
Ese negocio es una herencia familiar; sin embargo, cuando tuvo una mala racha en las ventas, se asoció con su mejor amigo de toda la vida.
Más que amigos y socios, eran como hermanos, incluso Ceci y sus hermanos le decían “tío” y lo querían mucho, por ello le dieron toda la confianza.
Ceci y su abusador convivieron desde que ella nació, porque no recordaba lo que le había hecho y también porque no entendía totalmente lo que era una agresión sexual.
Creció pensando que tenía que existir una violación para ser considerado un abuso y comenzó a informarse al unirse a grupos de mujeres en redes sociales.
Cuando escuchó en un podcast el caso de una chica que le confesó a sus papás a sus casi 30 años que la habían violado a sus 16, fue cuando ella recordó.

Esa noche se acostó muy ansiosa y los recuerdos no la dejaron dormir, sólo por eso supo que no se trataba de un mal sueño, de una pesadilla.
El día que le ocurrió, Ceci estaba junto con toda su familia y el tío en un club deportivo al que asistían cada domingo.
Estaba con sus hermanos y primos jugando en la alberca, pero tuvo que ir al baño. Al salir, su tío estaba en la puerta y le dijo que tenía que enseñarle que habían pintado un Mickey Mouse gigante, pues a ella le encantaba el personaje.
Se la llevó de la mano, sin que nadie notara nada raro, pues era una persona de la familia que podía llevársela normalmente.
No recuerda exactamente a dónde la metió, pero era una especie de salón, supone que a alguna de las salas disponibles para conferencias. Ya dentro, le dijo que volteara al techo, que viera al Mickey.
Ella no veía nada, evidentemente, pero mientras él tío insistía, le metió la mano por debajo del traje de baño y le tocó las pompas.
Al sentir, supo que no le gustaba lo que estaba pasando, se puso incómoda aunque nunca le habían advertido que eso no era algo malo. No puede calcular el tiempo porque era muy pequeña, pero siente que fue algo breve.
Ella nunca quiso voltear a verlo, se quedó congelada de espaldas, solamente volteaba la cabeza al techo para intentar ver la supuesta pintura y dejar de sentir las caricias en su cuerpo.
Después recuerda que nuevamente la tomó de la mano y salieron de allí, la volvió a llevar a la alberca y jamás volvió a tocar el tema. Incluso él no le dijo que no dijera nada ni la amenazó, como suelen hacer los violentadores sexuales con los niños.

Al principio, Ceci pensó que había pasado más, pero que no podía recordarlo todo por el trauma, así que acudió con un psicoanalista para que le ayudara a armar las piezas de ese rompecabezas tan grotesco.
No se dio por vencida y también acudió con un experto en hipnosis y tomó terapias de regresiones, pero todos los expertos le confirmaron que ese recuerdo era todo lo que le había pasado.
Después de un trabajo largo tratando este trauma en solitario, decidió hablar con sus papás, tenía que hacerlo porque le asustaba que a sus hermanos les hubiera pasado algo similar.
Además al recordarlo, no podía seguir tratando al tío como si nada. No sentía miedo, pero sí asco y coraje de que se hubiera aprovechado de su inocencia de niña.
Cuando se lo contó a sus papás, se abrió un nuevo proceso familiar y una herida muy grande para su padre, pues él se sintió culpable por haber llevado a su casa a un abusador.
Incluso, Ceci cree que desde entonces decayó la salud de su papá y le comenzaron a diagnosticar las enfermedades crónicas que actualmente padece: hipertensión y diabetes.
Decidieron consultar al abogado de la familia antes de alertar al tío y posteriormente realizaron la denuncia. Sin embargo, todo sigue en un limbo pues nada ha procedido y tampoco han podido llegar a un acuerdo con la empresa que tienen en asociación.

El tío ya no vive en su casa, tiene representantes legales para ver la parte administrativa de su negocio en sociedad y la familia de Ceci no lo ha vuelto a ver. Saben que comenzó a recibir citatorios pero no se ha presentado a declarar. Ellos no dudan que se haya ido a vivir fuera del país.
Ceci ha tenido una mala experiencia con el sistema de justicia, pues además de que la han revictimizado y culpado por levantar la denuncia años después, ha sufrido burlas por la amnesia que padeció.
Se ha dado cuenta que la mayoría de los casos de violencia sexual contra las mujeres no proceden y entiende por qué las víctimas no quieren denunciar, pero espera que sí lo hagan para comenzar a hacer una “cultura judicial” que tanto necesita México.
Ha aprendido a vivir con ese trauma y agradece que su familia le creyera y la acompañe en este proceso tan complicado.
Abuso sexual en niñas y niños
El abuso sexual se efectúa cuando una persona de la misma o mayor edad obliga a la niña o niño a tener contacto sexual a través de caricias, besos y tocamientos; así como a ver y escuchar pornografía o exhibir los genitales o cualquier otro tipo de comportamiento sexual.
El Gobierno de México enlista las formas en las que se puede abusar sexualmente de las niñas y niños:
- Tocar los genitales u otras partes de su cuerpo.
- Contacto buco-genital del abusador(a) con la niña o el niño.
- Exhibir o tocar los genitales del abusador(a).

Y sugiere que cuando esto suceda se pongan en práctica las 3 “C” de protección:
- 1. Confiar en ellos, hablarles con libertad y evitar regañarlos, acusarlos o culparlos.
- 2. Creer en su versión por completo.
- 3. Comunicarles que no es su culpa lo sucedido y asegurarles que no volverán a permitir que les pase algo igual.
Prevenir el abuso sexual infantil es responsabilidad de todos.
El abuso sexual infantil en cifras dadas por UNICEF en 2024:
- Más de 370 millones de niñas y mujeres han sufrido violaciones o abuso sexual.
- Es decir, 1 de cada 8 lo han sufrido antes de los 18 años.
- América Latina y el Caribe suman 45 millones de víctimas (el 18%).
- Aunque las niñas son las más afectadas, se calcula que entre 240 y 310 millones de niños han sido víctimas.
- Es decir, 1 de cada 11 han sido víctimas de violaciones o abusos sexuales.
- 1 de cada 5 niñas en el mundo sufren violencia sexual sin contacto físico, es decir, abuso verbal o en línea.
No te pierdas nuestro podcast X Nosotras, que cuenta historias de mujeres que como Nosotras están en el proceso de alcanzar su mejor versión. Disponible en YouTube y Spotify.
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